miércoles, 24 de marzo de 2010

Sobre el Amor y el Miedo




Si tratáramos de reducir toda la gama harmónica de emociones que experimentamos en la vida a dos, sin duda alguna nos tendríamos que quedar con esas dos palabras aparentemente opuestas: el Amor y el Miedo.

Palabras que aun que para la mayoría de la sociedad son totalmente contrarias, en el fondo son confundidas la una con la otra la mayoría de las veces. Debido a que gran parte de nuestros comportamientos con las personas que nos rodean, en el fondo se generan más desde el miedo, que desde ese objeto tan anhelado y difícil de encontrar que es el Amor verdadero. Aunque interiormente no nos faltan excusas para autoengañarnos y convencernos de todo lo contrario.

Situaciones como cuando una madre sobreprotege a un hijo por ejemplo, o cuando un amante acompaña a todas partes a su amada, corresponden más al miedo y la desconfianza que al Amor, por mucho que a gran parte de la sociedad esté narcotizada con la idea contraria.

Esta situación de confusión entre el Amor y el Miedo, es producto de la sociedad individualista en la que vivimos. Que no es más que un reflejo de la parte egoica de la mayoría de la humanidad, la cual desde la ignorancia del ser divino que somos en el fondo, trata de tapar los miedos generados por ese olvido de sí.

Un miedo que se le despierta al sentir, la soledad de su existencia; y que trata de apaciguar a través de adquirir control sobre la vida y las demás personas que le rodean. Y para establecer ese poder sobre los demás, usa el mismo miedo del que se nutren sus pautas de comportamiento, como un método alineador y separador.

Alineándonos mediante el miedo, consiguen que adoptemos colectivamente las medidas que nos quieren imponer, a través de asustarnos con lo que pasaría si no lo hiciéramos (como trataron de hacer infructuosamente con la supuesta pandemia de la Gripe A). O como en la antigüedad hacía la Iglesia y otras religiones monoteístas, asustando con el infierno o el castigo de sus dioses, a todo aquel que no aceptara sus dogmas. Y separándonos, a través de una sociedad enfocada más en lo que nos diferencia (raza, cultura, etc..) que en lo que une a todos los seres humanos. Para provocarnos así miedo a los demás, y establecer así la estrategia de “Divide y vencerás”. Pues este sistema egoico e individualista, se basa en la competición, y en la dominación de los que ostentan el poder, sobre los que están por debajo.


Las relaciones basadas en el miedo.

Como no podía ser de otra manera, estos factores que son la causa del sufrimiento y de las mayores injusticias que vivimos en el día a día, en el fondo también se ven reflejados en nuestras relaciones de pareja, y en la mayoría de ellas es la base que las sustenta. Por mucho que tratemos de sazonarlas con grandes dosis de romanticismo.

El enamoramiento basado en el apego, la dependencia, el sin vivir por el otro, que tanto nos han vendido en las películas románticas, tiene más de adicción y miedo que de otra cosa.

Las causas de esto son varias, por una parte ese contexto cultural y social basado en el miedo y la competencia en el que hemos sido educados. Que hace que gran parte de las relaciones hoy en día se hagan más desde el competir que desde el compartir, usando la manipulación y el engaño para poder sacar más beneficios de esta unión que la parte contraria.

En esas relaciones se acostumbra a buscar más la comodidad y la seguridad, para aliviar nuestro miedo a la soledad, que tratar de compartir y de entregarse plenamente a la otra persona. Buscando más lo que es bueno para nosotros, que aportar bienestar a la otra persona desinteresadamente.

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