viernes, 15 de enero de 2010

LA VIDA TE CUIDA EN TODO MOMENTO


CUENTO MAESTRO

Cuenta la historia que había un gran maestro espiritual, que vivía junto a un montón de súbditos en su templo de oración, entregado a las enseñanzas y a la búsqueda de lo divino.

En aquellas tierras por aquellas fechas, se inició un gran diluvio, que poco a poco fue inundando las diferentes poblaciones, donde las nubes iban descargando sus lágrimas de lluvia. Las autoridades de la zona, al ver que el temporal no remitía, y que existía peligro ante la gran cantidad de agua que estaba cayendo, establecieron una respuesta de emergencia evacuando a los habitantes de la zona.

Cuando llegaron al Templo, consiguieron que los súbditos se subieran a los camiones que tenían para desplazar a los ciudadanos, pero el Maestro se negó a ser rescatado. Y dijo que no se preocuparan por él, pues él sabía que su Dios lo protegería e impediría que le pasara algo. Así fue como los camiones se fueron con los súbditos y el Maestro se quedó en su templo orando a su Dios, con la tranquilidad que le daba su fe.

Las lluvias cada vez eran más abundantes, y el agua estaba inundando la mayoría de hogares, por lo cual se inició una nueva campaña de rescate, esta vez con barcas para rescatar a los pocos habitantes que no habían abandonado sus casas. Una de las embarcaciones se dirigió al Templo, para rescatar al Maestro. Pero una vez que llegaron; el Maestro se volvió a negar a subir en ella, diciendo que se fueran tranquilos, porque su Dios lo iba a proteger y no iba a dejar que le pasara nada malo. Ante la negativa del Maestro, y su cabezonería en no subir. El equipo de rescate decidió abandonar la zona sin él.

Y siguió la lluvia durante más días, haciendo que los niveles del agua, fueran tan altos, que el Maestro tuvo que subirse al tejado del Templo, para no ahogarse. Entonces apareció un equipo de rescate con un helicóptero, que le echaron una escalera al Maestro para que subiera. Pero sorprendentemente, este una vez más se negó a ser rescatado. Diciendoles que no se preocuparan que su Dios no permitiría que le pasara nada malo. Pues el tenía mucha fe y oraba todos los días.

Las lluvias siguieron y al final el Templo quedó totalmente sumergido entre las aguas. Y el Maestro se murió ahogado. Después de morir, fue al cielo, y al encontrarse con Dios le dijo:

- Ay Dios!! Con la fe que he tenido en ti, y la dedicación que he puesto en transmitir tu mensaje… ¿Cómo es que has permitido que me ahogara? ¿Por qué no me salvaste?

A lo que Dios indignado (si es que los Dioses se pueden indignar, aunque supongo que sí, al ser omnipotentes) le respondió:

- Pero… ¿Acaso no te envié un camión, una barca y un helicóptero?



La vida en todo momento nos trae lo que necesitamos, para seguir creciendo y desarrollándonos para volver a ser uno, con el Ser infinito que somos. Lo que muchas veces nos negamos a recoger los regalos con forma de enseñanza que nos trae la vida, al no ajustarse a nuestras creencias egoicas de cómo deben ser las cosas. A las expectativas creadas de cómo deberían ser las cosas.

Expectativas creadas por la mente egoica, con las que nos hace creer mediante falsas esperanzas que al ser cumplidas nos veremos liberados de nuestro sufrimiento. Pero que en el fondo son basadas en cosas que no pueden saciar ese vacio existencial que es la causa de nuestro sufrimiento, y que lo único que hacen es reforzar su sensación de separatividad, y de desconexión con el Todo del que ha emergido. Siendo esta, la causa principal del sufrimiento humano.

Estas creencias al mismo tiempo, han sido creadas por nuestra personalidad en base a experiencias del pasado, y nos llevan a actuar mecánicamente ante las situaciones, fruto del miedo a volver a vivir situaciones dolorosas. Pues el miedo despierta en nosotros esas mismas pautas instintivas arcaicas de supervivencia, que nos han permitido sobrevivir hasta ahora, aun a cuesta de sufrir por ellas, y mediante eso impide que podamos recurrir a nuevas formas de actuar y vivir las situaciones de manera menos dolorosa. Pues solo podemos aprender y seguir evolucionando, cuando conectamos con un sentimiento de paz y nos relajamos. Y esa paz solo puede salir de la rendición y aceptación plena ante los acontecimientos que nos trae la vida.

Por eso al final más que ayudarnos a vivir más felices, estas expectativas sobre la realidad, provocan más sufrimiento. Pues no hay peor cárcel, que la que nos construimos nosotros mismos, cuando en busca de la felicidad y la libertad, entramos en lucha con la realidad que nos rodea, al no aceptar las reacciones que despiertan en nosotros esas situaciones que vivimos, y entonces huimos del amor, de la aceptación plena de la vida en toda su dimensión, que florece cuando comprendemos que toda situación es un pequeño peldaño en la escalera hacia nuestra liberación en ese Amor infinito.

Y entonces dejamos de vivir la vida, y nos sumergimos en nuestro propio sufrimiento, al negarnos vivir plenamente cada una de las lecciones que nos trae la vida, para dirigirnos a la libertad absoluta. Libertad que solo puede nacer cuando dejamos a huir de nosotros mismos, y aprendemos a aceptarnos ante todo lo que nos ofrece la vida.

Cuando llegamos a ese acto de rendición total a lo que somos.; en un mismo punto pueden colisionar esas dos partes internas opuestas y complementarias, lo másculino y lo femenino, la recpetivo y lo transmutador, el pensamiento y el sentimiento, lo que soy y lo que no quiero ser…

Al integrar inclusivamente todo el rango de frecuencias a través del cual puede emitir el ser, podemos volver a ser uno con el vacio totipotencial del que hemos germinado. Dejar de ser algo en concreto, para poder volver a ser uno con lo Absoluto.

Ese es el camino de retorno a Atman, para llegar a experimentar la vida en toda su plenitud, abarcando todo el holograma de la humanidad en un abrazo sin principio ni fin, que abarca cada uno de los aspectos de la existencia.

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